GENTES, COSTUMBRES, TRADICIONES, HISTORIAS, PATRIMONIOS Y PAISAJES DE LOS MAESTRAZGOS DE CASTELLÓN Y TERUEL:
(Sinopsis): RECORDAR TAMBIÉN ES VIVIR...
Por: JUAN EMILIO PRADES BEL, "humanismo" (Proyecto: "Espigolant Cultura", taller de historia, memorias y patrimonios).
"BITÁCORA DE UN VIAJE DE TORREBLANCA A TRONCHÓN. PARADA DE INTENDENCIA Y SUMINISTRO EN LA IGLESUELA DEL CID, AÑO 2023".
Suelo ser un viajero con un perfil solitario, pero en esta ocasión en el que el destino nos llevaría a Tronchón, éramos un pequeño grupo, mezcla de amigos y familia y todos amantes de las tierras de España, siete amigos en total Emilio José Guillamón, Tony Mira, Delfina Martí Guardiola, Elvi Bayla, Ana M. Martí, Santiago Guardiola, y un servidor (Juan Emilio Prades). En el cuaderno de paso había una propuesta de hacer un alto en La Iglesuela del Cid, vino así bien y lo hicimos, lugar que aprovechamos para bien surtirnos en la Casa de los Jamones de diversos “condumios” y “fatos de comer” como pata de choto (jamón de cabra), diversos tipos de quesos, chocolate negro, jamón de Teruel, cantimpalos, longaniza curada, lomos embuchados, conservas, panceta, cecina y Protos… de paso almorzamos jamón del pueblo en el Bar Amadeo más lomo, tostadas, pan con tomate y “gasto” de olivas y tomas diversas. Aparte de las paradas primordiales para bien complacer a los paladares y a los estómagos, no pudimos de resistirnos el abstraernos con el maravilloso patrimonio de esta bonita villa aragonesa rodeada de un ambiente arcaico y etéreo de antigua frontera medieval, población caracterizada en cuanto a los tiempos actuales por un carisma rural, turístico, seráfico, de fondo de oído un golpeteo como de telares antiguos, y rasgos de una marcada idiosincrasia agropecuaria; llamativos son los pequeños huertos familiares en el corazón del pueblo, los hortelanos con sus faenas plantando las patatas, las tomateras, los pimientos y las calabazas, y el rebaño de cabras con su amable pastor al cuál salude, todo me pareció una grata bienvenida de solemnidad para los sentidos, que me permitió un acercamiento vital hacia el alma de esta noble villa. La Iglesuela nos ofreció un recorrido histórico singular, tranquilo y muy agradable para todo el grupo. La estancia en tan noble villa me brinda guardar las experiencias vividas con los compañeros de este viaje, entre los recuerdos gratos de mí vida, recordando el almuerzo, alborotando a los tranquilos convecinos con el peculiar hablar fuerte y carismático de nuestro pueblo que resonaba con eco al ser rodeados de tantas piedras de cantería y mampostería, y nuestras contagiosas risas, que son un buen elíxir para afrontar el día a día de la vida con buen humor y eterna alegría... Que así sea... y ¡ Buen camino !.
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